lunes, 21 de julio de 2014

Los 7 Poderes Omar Villalobos





 
Resumen de la conferencia de Omar  Psicólogo Clínico muy interesante 1.- PODER DE LAMENTE, 2.- PODER DE LAS EMOCIONES, 3.- PODER DE LAS PALABRAS.4.- PODER DEL PASADO, 5 poder del presente 6.- poder del futuro, 7.- poder de la muerte
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Bebe Jonas con Abuelo





hijo de mi sobrino con mi hermana silvina y cuñado Julio

martes, 15 de julio de 2014

TEST ¿Estoy educando bien a mi hijo?

¿Quién no duda acerca de cómo criar a los hijos? Estas preguntas nos ayudarán a saber si vamos por buen camino. Cuestionarse lo adecuado o inadecuado de nuestros métodos educativos no solo es normal, sino que resulta deseable. Los padres debemos estar en permanente estado de formación para dar respuesta a las demandas de nuestros hijos.


1. Llevas a tu hijo de doce meses en brazos y le haces carantoñas. De repente, y sin ningún motivo aparente, él te suelta un manotazo en la cara. ¿Qué haces?


a) Lo mismo, esto es, le pegas para que se dé cuenta de que pegar duele.


b) Haces como si no hubiese pasado nada, ya que estás seguro de que el niño no lo ha hecho con mala intención, por malicia.


c) Le miras fijamente a los ojos y en un tono muy serio le dices: «No me ha gustado nada; pegar duele».


d) Le dices y le demuestras al niño que lo que él ha hecho te ha dolido; haces como si lloraras, pero al poco rato vuelves a sonreír.


Pregunta 1 de 10

2. Tu hijo de ocho años lleva unos días diciendo «está que te cagas» a todo lo que le impresiona. A ti te saca de tus casillas y quieres que deje de decirlo. ¿Cuál es tu estrategia?

a) Cada vez que lo dice en tu presencia le mandas salir de la habitación.


b) Le dices al niño que ese comentario te resulta muy desagradable, que hasta te produce asco.


c) Le dices que a partir de mañana le quitarás un 10 por ciento de su paga por cada «está que te cagas». Y, por supuesto, eres consecuente y lo haces.


d) Le dices con autoridad: «En nuestra familia no se dicen palabrotas».


Pregunta 2 de 10


3. Tu niño de cinco años juega con los monstruos de



plástico de su hermano de dos. Cuando el pequeño


entra en el cuarto, grita: «Son míos. ¡Dámelos!».


El mayor lo hace sin rechistar. ¿Cómo reaccionas?


a) Le dices al mayor: «¿Por qué no juegas con tus muñecos?».


b)Le dices al pequeño: «Déjale jugar con tus monstruos. Sois hermanos y los hermanos deben compartir las cosas».


c) Le dices al mayor: «¡Así me gusta! Le has devuelto sus muñecos sin protestar. ¡Bien hecho!».


d) No dices nada, ya que los dos hermanos parecen haber resuelto el problema entre ellos.

Pregunta 3 de 10

4. Desde la última excursión con el colegio, tu hijo de


diez años eructa varias veces muy alto en todas las comidas y de manera muy provocativa. ¿De qué modo resuelves el asunto?


a) La siguiente vez que lo hace, le miras y de forma muy ostentosa le dices: «¡Eres un cerdo!».


b) Cada vez que lo hace le mandas salir de la habitación en la que estáis.


c) No dices nada, ya que te das cuenta de que tu hijo lo hace para provocarte.


d) Haces como si no te dieses cuenta. Pero en otro momento más oportuno preguntas al niño con tranquilidad si tiene algún problema contigo; es evidente que lo que pretende con su actitud es molestar y provocar el enfado de sus padres.


Pregunta 4 de 10

5. Últimamente, para tu hija de siete años el tiempo


no existe. Cuando va a casa de su mejor amiga


(vive a la vuelta de la esquina), se olvida de todo.


En casa se cena muy pronto porque todos tienen


que madrugar. La niña llega a menudo cuando ya


habéis terminado. Tú entonces...

a) Pides a la madre de la amiga que mande a tu hija a casa a su hora.


b) Cuando termináis de cenar, se quita la mesa y ella se queda sin cenar.


c) Compras a la niña un reloj. Si es con alarma, mejor.


d) Mientras los demás empiezan a cenar, tú vas a casa de la amiga para recoger a tu hija
personalmente. En el camino de vuelta hablas con ella muy seriamente y le explicas las consecuencias si no rectifica.

Pregunta 5 de 10

6. Estás jugando con tu bebé de seis meses, cuando te tira del pelo con tanta fuerza
que se te saltan las lágrimas. Y no hay manera de que lo suelte. Así que...







a) Aguantas el dolor y esperas a que el niño lo suelte.


b) Le tiras tú también del pelo, con cuidado, pero para que se dé cuenta de lo mucho que duele.


c) Empiezas a lloriquear y a quejarte: «Aauu, aauu, aauu». El niño se sorprenderá y, aprovechando el efecto sorpresa, intentas abrirle la mano.


d) Aguantas y, con cuidado pero con firmeza, le abres la mano. Mientras lo haces le explicas al bebé que no te gusta que te tiren del pelo.

Pregunta 6 de 10


7. Cuando vuelves del trabajo, te encuentras con que la lámpara del recibidor está hecha añicos. Tus dos hijos, de siete y nueve años, insisten una y otra vez en que no saben nada. ¿Cómo respondes?


a) Les das a elegir: «Bien, decís la verdad y me explicáis lo que ha pasado u os quedáis sin postre y no os leo ningún cuento antes de dormir».


b) Dices: «Lo hecho, hecho está. Habrá que pensar en buscar una lámpara nueva. Pero ahora bien, quiero saber lo que ha pasado, ¿de acuerdo?».


c) Hablas con cada uno por separado. Te muestras inflexible en tu interrogatorio. Si se contradicen en algo, les confrontas.


d) Como ves que no vas a conseguir nada, y para evitar largas discusiones, mandas a los dos a la cama.


Pregunta 7 de 10

8. Tu hija de diez años no cierra bien los grifos cuando sale del cuarto de baño. No quiere entender que el agua es un bien escaso que no se debe malgastar; además, cuesta dinero, y más la caliente. ¿De qué manera lo solucionas?


a) Preguntas a tu hija de qué manera podríais arreglar el problema entre las dos.


b) Cada vez que el grifo gotea, coges a tu hija, la llevas al baño y le haces cerrarlo bien (aunque justo en este momento esté viendo la tele o jugando con amigos).


c) Cierras la llave de paso del agua caliente de debajo del lavabo, de manera que sólo salga agua fría del grifo.


d) Intentas hacer como si no pasara nada. Sabes que lo que pretende tu hija con eso es provocarte, y que cuanto más te molestes, más satisfecha se sentirá ella.


Pregunta 8 de 10

9. Tu hija de siete años te dice por la tarde que se va


a casa de su amiga. Tú ves que el cuarto de la niña


está hecho un desastre y le dices: «¡Primero, recoges!». Tu hija contesta: «Jo,


recoger es un rollo. Además eres una tonta». ¿Cuál es tu respuesta?


a) Cariñosamente, le pones la mano sobre el hombro y, con una cálida mirada, dices: «¿Cuál es tu problema? ¿Quieres que hablemos?».

b) Le dices en un tono muy severo: «¡No vuelvas a decirme eso!».


c) Le das una bofetada. Tú no sueles pegar a la niña, pero crees que esta vez realmente se la merece.

d) Le miras fijamente a los ojos y le dices: «Eso no es forma de hablarme, ¿no te parece? Entiendo que estés enfadada conmigo, pero esto no te da ningún derecho a insultarme. Puedes ir a casa de tu amiga, pero primero recoges».


Pregunta 9 de 10


10. Tu hijo de año y medio últimamente tiene la mala

costumbre de morder; y en especial a dos de los niños

con los que suele juntarse. Esos dos le han cogido miedo y, en cuanto le ven, se esconden. Las madres de los niños ya te han comentado varias veces el problema, y ahora te piden que hagas algo. ¿Cuál es tu reacción?


a) «Yo no pienso entrometerme. Los niños tienen que aprender a defenderse».


b) Explicas a tu hijo que no debe morder a otros niños. Se lo repites una y otra vez hasta que deje de morder.


c) Cada vez que tu hijo se vuelve agresivo, le impones un «tiempo muerto», esto es, le sientas dos o tres minutos junto a ti. Si después de dos tiempos muertos el niño vuelve a las andadas, coges las cosas y te lo llevas a casa. Sigues con esta práctica también durante los días o incluso las semanas siguientes hasta que consigas tu propósito.


d) Cuando tu hijo muerde a alguien, le muerdes en el mismo sitio y cada vez un poquitín más fuerte.


Pregunta 10 de 10


Resultados

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Tus respuestas:

1. Llevas a tu hijo de doce meses en brazos y le haces carantoñas. De repente, y sin ningún motivo aparente, él te suelta un manotazo en la cara. ¿Qué haces?
Respuesta incorrecta: ninguna.
Respuesta correcta: c) Le miras fijamente a los ojos y en un tono muy serio le dices: «No me ha gustado nada; pegar duele».

2. Tu hijo de ocho años lleva unos días diciendo «está que te cagas» a todo lo que le impresiona. A ti te saca de tus casillas y quieres que deje de decirlo. ¿Cuál es tu estrategia?

Respuesta incorrecta: ninguna.

Respuesta correcta:
b) Le dices al niño que ese comentario te resulta muy desagradable, que hasta te produce asco.










3. Tu niño de cinco años juega con los monstruos de plástico de su hermano de dos. Cuando el pequeño entra en el cuarto, grita: «Son míos. ¡Dámelos!». El mayor lo hace sin rechistar.
¿Cómo reaccionas?
Respuesta incorrecta: ninguna.
Respuesta correcta: c) Le dices al mayor: «¡Así me gusta!

Le has devuelto sus muñecos sin protestar. ¡Bien hecho!».

4. Desde la última excursión con el colegio,tu hijo de diez años eructa varias veces muy alto en todas las comidas y de manera muy provocativa. ¿De qué modo resuelves el asunto?
Respuesta incorrecta: ninguna.

Respuesta correcta:

d) Haces como si no te dieses cuenta.

Pero en otro momento más oportuno preguntas al niño con tranquilidad si tiene algún problema contigo;es evidente que lo que pretende con su actitud es molestar y provocar el enfado de sus padres.

5. Últimamente, para tu hija de siete años el tiempo no existe. Cuando va a casa de su mejor amiga (vive a la vuelta de la esquina), se olvida de todo.

En casa se cena muy pronto porque todos tienen que madrugar. La niña llega a menudo cuando ya habéis terminado. Tú entonces...

Respuesta incorrecta: ninguna.
Respuesta correcta:

d) Mientras los demás empiezan a cenar, tú vas a casa de la amiga para recoger a tu hija personalmente. En el camino de vuelta hablas con ella muy seriamente y le explicas las consecuencias si no rectifica.










6. Estás jugando con tu bebé de seis meses, cuando te tira del pelo con tanta fuerza que se te saltan las lágrimas. Y no hay manera de que lo suelte. Así que...
Respuesta incorrecta: ninguna.
Respuesta correcta:
d) Aguantas y, con cuidado pero con firmeza, le abres la mano. Mientras lo haces le explicas al bebé que no te gusta que te tiren del pelo.

7. Cuando vuelves del trabajo, te encuentras con que la lámpara del recibidor está hecha añicos. Tus dos hijos, de siete y nueve años, insisten una y otra vez en que no saben nada. ¿Cómo respondes?
Respuesta incorrecta: ninguna.
Respuesta correcta:
b) Dices: «Lo hecho, hecho está.
Habrá que pensar en buscar una lámpara nueva. Pero ahora bien, quiero saber lo que ha pasado, ¿de acuerdo?».

8. Tu hija de diez años no cierra bien los grifos cuando sale del cuarto de baño. No quiere entender que el agua es un bien escaso que no se debe malgastar; además, cuesta dinero, y más la caliente. ¿De qué manera lo solucionas?
Respuesta correcta:

a) Preguntas a tu hija de qué manera podríais arreglar el problema entre las dos.

9. Tu hija de siete años te dice por la tarde que se va a casa de su amiga. Tú ves que el cuarto de la niña está hecho un desastre y le dices: «¡Primero, recoges!». Tu hija contesta: «Jo, recoger es un rollo. Además eres una tonta». ¿Cuál es tu respuesta?

Respuesta incorrecta: ninguna.

Respuesta correcta:

d) Le miras fijamente a los ojos y le dices: «Eso no es forma de hablarme, ¿no te parece? Entiendo que estés enfadada conmigo, pero esto no te da ningún derecho a insultarme. Puedes ir a casa de tu amiga, pero primero recoges».










10. Tu hijo de año y medio últimamente tiene la mala costumbre de morder; y en especial a dos de los niños con los que suele juntarse. Esos dos le han cogido miedo y, en cuanto le ven, se esconden. Las madres de los niños ya te han comentado varias veces el problema, y ahora te piden que hagas algo.

¿Cuál es tu reacción?
Respuesta incorrecta: ninguna.
Respuesta correcta:
c) Cada vez que tu hijo se vuelve agresivo, le impones un «tiempo muerto», esto es, le sientas dos o tres minutos junto a ti. Si después de dos tiempos muertos el niño vuelve a las andadas, coges las cosas y te lo llevas a casa. Sigues con esta práctica también durante los días o incluso las semanas siguientes hasta que consigas tu propósito.




Se hace daño a sí mismo: conductas agresivas en niños

¿Cuáles son las conductas autoagresivas más comunes en niños pequeños?

Los niños tienen a veces conductas autoagresivas, como el golpeteo de cabeza (llamado offensa capitis ohead banging): el pequeño balancea rítmicamente la cabeza y la hace chocar contra la pared, el borde de la cama u otra superficie dura.
Otra conducta en la que también se hace daño a sí mismo es la llamada tricotilomanía, consistente en tirarse del cabello.
Ambas pueden darse de forma pasajera hasta los dos años.

¿Por qué lo hacen?

Porque así explora sus sensaciones o se consuela en situaciones de tensión, soledad, miedo...
Cuando tiene comportamientos autoagresivos hay que plantearse si la relación con el niño es buena y si recibe suficiente cariño.

¿Qué podemos hacer los padres?

En ninguno de los casos debemos regañarle, sino darle mucho cariño, contacto físico y estimulaciónpara estar seguros de que si se autoagrede no es porque tiene poca ocasión de jugar o porque se le dapoco contacto físico
pocas muestras de cariño
Lo que sí podemos hacer es permanecer un rato con él antes de que se duerma y aprovechar toda ocasión para darle cariño: cogerle en brazos, bañarlo, jugar con él...

Si esos comportamientos alcanzan una frecuencia o intensidad exageradas, o si se prolongan cumplidos los dos años, se debe hacer al niño un examen médico y psicológico, ya que podrían indicar algún tipo decarencia o angustiafalta de estimulación o de contacto físico, o un problema neurológico.
Otro comportamiento autoagresivo es el del niño que, cuando se enrabieta, se golpea contra la pared o el suelo. Hay que asegurarse de que no se haga daño, incluso preparando un lugar blando para dejarle en esos momentos. Pero no debe imponer su voluntad con ese comportamiento, porque entonces tenderá a mantenerse.
Por: Luciano Montero, psicólogo.

10 claves para educar a tu hijo

1. Un ejemplo vale más que mil sermones

  • Desde muy pequeños los niños tienden a imitar todas nuestras conductas, buenas y malas.
  • Podemos aprovechar las costumbres cotidianas -como saludar, comportarnos en la mesa,respetar las normas al conducir- para que adquieran hábitos correctos y, poco a poco, tomen responsabilidades.
  • De nada sirve sermonearle siempre con la misma historia si sus padres no hacen lo que le piden.

2. Comunicación, diálogo, comprensión…

  • Las palabras, los gestos, las miradas y las expresiones que utilizamos nos sirven para conocernos mejor y expresar todo aquello que sentimos. Por eso, incluso durante el embarazo, hay que hablar al bebé.
  • Debemos continuar siempre con la comunicación. Hablarle mucho, sin prisas, contarle cuentos y también dejar que él sea quien nos los cuente.
  • ¿Has probado a hacerle una pregunta que empiece con «Qué piensas tú sobre...»? Así le demostramos que nos interesa su opinión y él se sentirá querido y escuchado.

3. Límites y disciplina, sin amenazas

  • Hay que enseñarle a separar los sentimientos de la acción. Las normas deben ser claras y coherentes e ir acompañadas de explicaciones lógicas.
  • Tienen que saber lo que ocurre si no hace lo que le pedimos. Por ejemplo, debemos dejarle claro que después de jugar tiene que recoger sus juguetes.
  • Es importante que el niño -y también nosotros- comprenda que sus sentimientos no son el problema, pero sí las malas conductas. Y ante ellas siempre hay que fijar límites, porque hay zonas negociables y otras que no lo son. Si se niega a ir al colegio, tenemos que reconocerle lo molesto que es a veces madrugar y decirle que nosotros también lo hacemos.

4. Dejarle experimentar aunque se equivoque

  • La mejor manera para que los niños exploren el mundo es permitirles que ellos mismos experimenten las cosas. Y si se equivocan, nosotros tenemos que estar ahí para cuidar de ellos física y emocionalmente, pero con límites.
  • La sobreprotección a veces nos protege a los padres de ciertos miedos, pero no a nuestro hijo. Si cada vez que se cae o se da un golpe, por pequeño que sea, corremos alarmados a auxiliarle, estaremos animándole a la queja y acostumbrándole al consuelo continuo. Tenemos que dejarles correr riesgos.

5. No comparar ni descalificar

  • Hay que eliminar frases como «aprende de tu hermano», «¿Cuándo vas a llegar a ser tan responsable como tu prima?» o «eres tan quejica como ese niño del parque».
  • No conviene generalizar y debemos prescindir de expresiones como «siempre estás pegando a tu hermana» o «nunca haces caso».
  • Seguro que hace muchas cosas bien, aunque últimamente se esté comportando como un verdadero «trasto». Cada niño es único, no todos actúan al mismo ritmo y de la misma manera.
  • Frases como «tú puedes nadar igual de bien que tu hermano, inténtalo. Ya lo verás» transforman su malestar en una sonrisa y le animan a conseguir sus metas.

6. Compartir nuestras experiencias con otros padres

  • Puede sernos muy útil. Así, vivir una etapa de rebeldía de nuestro hijo, algo muy frecuente a determinadas edades, puede dejar de ser una fuente de angustia tremenda y convertirse, simplemente, en una fase dura pero pasajera. Frases como «no te preocupes, a mi hijo le ocurría lo mismo», pueden ayudarnos a relativizar los «problemas» y, por tanto, conseguir que nos sintamos mejor y actuemos más tranquilos.
  • Si estamos desorientados, preocupados o no sabemos cómo actuar, siempre podemos consultarlo con un profesional. No tenemos nada que perder.

7. Hay que reconocer nuestras equivocaciones

  • Tenemos derecho a equivocarnos y eso no significa que seamos malos padres. Lo importante es reconocer los errores y utilizarlos como fuente de aprendizaje.
  • Una frase sencilla como «perdona cariño, refuerza su buen comportamiento y nos ayuda a sentirnos bien.

8. Reforzar las cosas buenas

  • Está comprobado que los refuerzos positivos gestos de cariño, estímulos, recompensas resultan más eficaces a la hora de educar que los castigos. Por eso siempre debemos darle apoyo afectivo y dejar que sea él el que, según su capacidad, resuelva los problemas.
  • Los niños son muy sensibles y los calificativos como «tonto» o «malo» les hacen mucho daño y pueden afectar de modo negativo a la valoración que tienen de ellos mismos.
  • Debemos ser generosos con todo aquello que les hace sentirse valiosos y queridos. Si le premiamos con caricias, abrazos o palabras como «guapo» o «listo», estamos construyendo una buena autoestima.
  • Tan importante como rectificar sus malas conductas es reconocer y reforzar las buenas.

9. No hay que pretender ser sus amigos

  • Aunque siempre conviene fomentar un clima de cercanía y confianza, eso no significa que debamos ser sus mejores amigos.
  • Mientras que entre los niños el trato es de igual a igual, nosotros, como padres y educadores, estamos situados en un escalón superior. Desde allí les ofrecemos nuestros cuidados, experiencia, protección… pero también nuestras normas.
  • Buscar su aprobación continua para todo puede ser un arma de doble filo, ya que la amistad también es admiración y confianza y le resultará muy difícil confiar en nosotros si no sabemos imponernos.
  • Un buen padre no es aquel que cede de modo continuo y no enseña.

10. Ellos también tienen emociones

  • A veces pensamos que solo nosotros nos sentimos contrariados y que los niños tienen que estar todo el día felices. Pero también tienen preocupaciones.
  • Su mundo emocional es igual o más complejo que el nuestro, por eso conviene dar importancia a sus emociones y ser conscientes de ellas. Debemos ayudar a nuestro hijo a poner nombre y apellido a lo que experimenta y siente.
Autora: Nuria Corredor.
Asesor: Raúl Gómez, psicólogo.