lunes, 29 de abril de 2013

El componente neuroemocional de la Educación


La educación es un ámbito interdisciplinario por excelencia, por lo que tanto en su fundamentación como en su dinámica, se hace acompañar de fundamentos y modelos teóricos de distintos ámbitos. En contra de lo que la tradición pedagogicista y cognitivista tradicional viene imponiendo, la investigación de las ciencias cognitivas y neurológicas, en las últimas décadas, está revolucionando los modelos teóricos habituales de la pedagogía, la psicología, la didáctica y el currículum, principalmente.
En efecto, dada la profunda complejidad del fenómeno humano, mal haríamos en realizar la labor educativa amparándonos solamente, como suele aún suceder, en la tradición teórica predominante. Por el contrario, tratándose de tal complejidad, son diversas ciencias que, en las últimas décadas, aportan a la gestación de un nuevo paradigma educativo.
Tal situación nos ubica en un horizonte más holístico, difícil de comprender, a no ser con la apertura de espíritu y revolución del pensamiento requeridos para identificar las claves a seguir. Tales hallazgos están provocando una revolución educativa en el mundo, al contar con nuevos descubrimientos de las ciencias neurocognitivas, que auguran un mejor conocimiento de los educandos y su aprendizaje.
Suele ser habitual en la práctica educativa, y más en la educación superior, tratar el proceso de enseñanza-aprendizaje desde una perspectiva cognitiva tradicional, no sólo obviando, sino también desvalorizando las experiencias emocionales que lo acompañan. La experiencia investigativa y práctica pone de manifiesto que el aprendizaje en todos los tramos educativos se apoya en dos componentes indisolubles: el aparato de la cognición al que acompañan las experiencias emocionales. Bien sabemos todos el daño que pudimos sufrir en nuestra educación, cuando el clima psicosocial y emocional de algún maestro, nos pudo bloquear el aprendizaje. Hemos comprobado cómo niños y niñas no llegan a leer y escribir, porque el estrés y la presión que ejerce el docente para que aprenda, genera mayor bloqueo al aprendizaje. ¿Cuántos jóvenes aspirantes a la universidad expresan su rechazo a las matemáticas, porque previamente “aprendieron a ser incapaces” en matemáticas, fruto de la influencia negativa de algún docente? Cuando el estudiante percibe un sentimiento de rechazo del docente, la cognición se bloquea.
La emergencia actual de la inteligencia emocional es una respuesta inicial a la neurocognición, al incorporar la gestión de las emociones como clave esencial de la persona humana y, en particular, de todo estudiante. Por ello, si bien se demanda del maestro el equilibrio emocional y la capacidad requerida para saber gestionar sus emociones, también se compromete al sistema educativo en un cambio de perspectiva en una revolución radical, con consecuencias en la definición de políticas, procesos de transformación curricular, elaboración y aplicación de programas de estudio, en fin, en todos los componentes programáticos, metodológicos, actitudinales y axiológicos del aprendizaje y la evaluación.
Este cambio profundo que se avizora se sustenta en principios neurocognitivos. Algunos de ellos hablan de la plasticidad del cerebro humano para adaptarse y aprender, cambiar y reconfigurarse a lo largo de la vida. Quiere decir que el ser humano atraviesa por momentos óptimos para aprender. La neurogénesis que se produce en el neurocampo tiene consecuencias importantes para el aprendizaje hasta ahora no tomadas en cuenta. Se sabe que el cerebro de los niños y las niñas en el período de 0 a 5 años, desarrolla cambios estratégicos, por lo que es de importancia trascendental que reciban la educación inicial que requieren. No hacerlo afectará severamente su futuro desarrollo.

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